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Sucesos

Antes la sucesión era un problema que sólo les sucedía a los reyes, a lo más a algún papa. Pero desde que todos tenemos alguna hipoteca en que educar a los niños, el privilegio se ha vuelto deber universal: para ser hay que suceder, a algo y antes de algo. Existir en fila, guardando turno, entre un acontecimiento y una efemérides dando la vez a la vez por detrás y por delante. Y el ir siendo los seres ya no es procesión sino carrera desde que a las tallas de Berruguete les sucedieron las instantáneas, y a la palabra del profeta, amante del bucle y el ritornello, un renglón de prensa expeditivo como un marido. La guillotina del reloj se ha vuelto loca, ruedan instantes como cabezas sin cuerpo y veces más veloces cada vez, y un tiempo acuchillado en finísimas lonchas salpica de sucesos plazas y avenidas. Así voy por mi jornada, esquivando como puedo tanto hito memorable que se alza en las aceras y amenaza a cada instante con hacer que suceda el suelo bajo mis pies y me deslice yo sin querer a la página de sucesos; huyendo las campanadas que en un millón de altavoces preceden al suceder los mismos sucesos de una hora antes, más uno nuevo: que ha pasado otra hora, o la misma otra vez, ¿o será la misma vez, una vez más? Tengo yo localizados media docena de rincones que no suceden, luces sin predecesor y escalofríos sin herencia; son como prospecciones vegetales, dedos invisibles que se hunden por las hendiduras entre dos hechos memorables a buscar el hontanar fresco del nunca: un barandal de noche, un cristal de bar llovido, una vuelta a una manzana del bien y el mal entrelazados en ecuador de asfalto y carmín. Pero miro la retícula de las calles y me parece caer del cielo una maqueta de periódico o la cuadrícula de una programación, el estallado renglón de una historia vuelta metralla de sucesos que ya no saben a quién suceder ni qué herencia transmitir, sólo que deben pasar, y cuanto antes: viscosa explosión de rumbos que parodia la rosa de los vientos en risa de los tiempos, un huero laberinto de ruidos donde roen raudos los pétalos del enigma gusanos de los sido que nunca llegarán a tiempo a mariposa.

Reny Poch