Iñigo Royo Etxezarreta / Fotografía, vídeo o cosas parecidas

Al principio de mi relación con Luciano él cantaba. Y su canto era una fuerza que derrumbaba los muros que la naturaleza en su caprichosa ceguera nos impone.

Luego, un día, sin motivo aparente dejó de trinar.

Le pregunté por su silencio, le hablé de las cosas hermosas de la vida, inventé idiomas… Él callaba indiferente. Le silbé, le puse música de todos los estilos, probé con todos los alpistes… Nada.

Un día creí dar con la manera de romper su silencio: colocaría todas las semanas en la base de su celda diferentes imágenes que pudieran conectar de nuevo nuestros mundos. Primero le puse una imagen de su sombra y le dije: “Luciano, la caverna platónica”. A la semana siguiente le coloqué una página de un catálogo de jaulas y susurré: “Luciano, la libertad” … Otro día le ofrecí una fotografía de la bandera de las Islas Canarias y le musité: “Luciano la identidad” …

Pero Luciano estaba instalado en el cinismo y tan sólo respondía a mis sucesivas imágenes con su característica sorna intestina.

Acabó nuestro diálogo una tarde. Sin previo aviso. Como acaba todo.

  • Luciano y la caverna platónica

  • Luciano y la libertad

  • Luciano y los otros

  • Luciano y el derecho

  • Luciano y el tiempo

  • Luciano y la fe

  • Luciano y la naturaleza

  • Luciana y la fraternidad

  • Luciano y el miedo

  • Luciano y la empatía

  • Luciano y la identidad